La Preservación de la Vida, una Obligación de los Arquitectos Contemporáneos.

A partir de la revolución industrial, el hombre fue creando espacios artificiales que poco a poco se convirtieron en su entorno “natural”. Para las generaciones que nacieron después del movimiento moderno, la ciudad, con sus grandes avenidas y edificios, se ha convertido en su hábitat; se trata de una “nueva naturaleza”, paradójicamente desvinculada de la ecología, en la que lo artificial y lo mecánico son el ámbito geográfico en donde vive y persiste.
En el presente siglo, la ciudad ha alcanzado su máxima y compleja grandeza. La Arquitectura, la ingeniería y los acelerados avances tecnológicos se han conjuntado para erigir majestuosas avenidas, soberbios edificios, e innumerables aparatos y vehículos electromecánicos que, si bien han hecho más fácil la transportación y el quehacer cotidiano, también han tenido graves repercusiones sobre la ecología.
La incontrolada expansión de la urbe ha deteriorado considerablemente el medioambiente al grado de poner en riesgo la vida sobre la tierra. Esto ha promovido, en muchos lugares, la búsqueda de nuevas alternativas a los modos habituales de producción de los edificios.
Ante la pérdida de los recursos esenciales para la vida, un sector de la Arquitectura, en vez de resolver espacios ensimismados, de imagen "tecnologizada" y confinados entre cuatro paredes, está creando espacios que inspiran las formas de la naturaleza en algunos elementos orgánicos, o incluso proponen la Re-creación de la naturaleza. En este nuevo boletín de Arquitectura les presentamos: Cloud 360, una nube artificial que alberga un observatorio; Physalia, un prototipo Arquitectónico de jardín anfibio diseñado para navegar sobre las aguas de los grandes ríos europeos; y el Taipei Pop Music Center, diseñado como una colina estructural cubierta de un manto verde; entre otros proyectos que exploran nuevos conceptos orientados fundamentalmente hacia la preservación de la vida; una obligación de los Arquitectos contemporáneos.
Esperamos que este boletín sea de su agrado.
Luis Alberto González Cabrera
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